NACIMIENTO DE OIER

La atención para un parto en casa suele iniciarse varios meses antes de la fecha de parto, en ese tiempo se estrecha los lazos entre el equipo de matronas y la pareja a la vez que se resuelven dudas, se rellena la Historia clínica y se informa sobre la atención del parto. No es habitual que una pareja se ponga en contacto con nosotros casi a término de la gestación y aunque suele ser un motivo de exclusión, yo siempre doy la oportunidad para concertar una cita y poder conocernos. En el caso de Naiara y Jonathan, paso muy poco tiempo entre el primer contacto a través de correo electrónico y el día del parto, pero aun así tuvimos varias oportunidades para comunicarnos. Prácticamente todos los días estábamos en contacto telefónico o mediante whatsapp y nos vimos en un par de ocasiones. Casi desde el principio conseguimos tener una relación cercana, de confianza mutua, tan importante para crear un ambiente propicio el día del parto. Durante las visitas tuvimos tiempo de resolver dudas, afianzar la seguridad y conocer los distintos puntos de actuación según fuese el trascurso del final de gestación y el parto. Tanto ellos como nosotros apostamos por el nacimiento de Oier en el hogar. Y así empezó la historia del parto en casa de Naiara y Jonatan, aquí os dejo el precioso relato que ha escrito Naiara:

“Cuando contactamos con Silvia, estaba de 36 semanas. Por esas fechas nos empezó a entrar el miedo de si llegaríamos al hospital ya que con nuestra primera hija apuramos y fue llegar y en 3 horas nació. También nos dio miedo que las intervenciones que no tuvimos con nuestra hija las tuviéramos con Oier. Así que contactamos con ella para que nos hiciera el seguimiento de la dilatación, ya que la opción de dar a luz en casa nos daba un poco de miedo.

Tras la primera entrevista con ella y al explicarnos como trabaja y resolvernos nuestras dudas y miedos… Dejamos la puerta abierta a un posible parto en casa, aunque, yo personalmente pensé que no podría aguantar, siempre tenía en mente que si no aguantaba me iría al hospital, que no me forzaría y haría lo que me pudiese el cuerpo. Añadir que Jonathan siempre confío en mí y apostaba a que si aguantaría. Ella nos decía que no nos aseguraba llegar al hospital, ya que los segundos partos son cambiantes y puede acelerarse en poco tiempo.

Estuvimos con ella dos veces para darle datos y conocernos, y también conocer a Dani, el otro matrón que nos acompañaría. Nos dieron muy buen rollo los dos y confiamos en ellos nada más conocerlos… Nos trajeron las cosas a casa y quedamos para la semana siguiente para coger más información y conocernos más. Pues el día 12 de Junio, Jonathan algo se olía, ya que empezó a preguntar qué tal estaba por el grupo de WhatsApp. Yo estaba cansada con el calor que hacía esos días y mi hija que estaba un poco revoltosa… Pues ese mismo día por la noche, jugando con mi hija en el salón, sentí un globo explotar en la tripa y empecé a echar líquido. Yo no sabía lo que era romper aguas, ya que con Olaya me rompieron la bolsa. Me quedé bloqueada, ya que lo esperábamos dos semanas más tarde. Grité en el salón: CHICOS CREO QUE HE ROTO AGUAS!!! Estaban mi madre y Jonathan en la cocina haciendo la cena, y vinieron corriendo.
No teníamos casi nada preparado, esa semana habíamos comprado cuatro cosas pero nos faltaban varias cosas y sobre todo si tendría que ir al hospital. Yo empecé a temblar y a llorar del shock y le dije a Jonathan que llamase a Silvia, que la necesitaba. Tenía miedo porque no se había desatado como el primero y estaba desconcertada de que pasaba en estos casos…

Silvia vino enseguida. Yo de mientras sin moverme del sofá y sin saber si eran claras o manchadas, no quería ni mirar, jeje. Cuando me explico que no pasaba nada, que había que esperar, que podía empezar en ese momento o más adelante y que Oier estaba bien, pero que había que esperar a que empezase todo, ahí ya empecé a tranquilizarme.

Esa noche empecé con alguna contracción bastante flojita y llevadera. Pero eran muy espaciadas. Así que después de unas horas y viendo que estaba todo tranquilo decidimos irnos todos a dormir y Silvia se fue a casa a descansar. Por la noche tuve una o dos y pudimos dormir y coger fuerzas para lo que nos venía. Por la mañana las tuve muy muy espaciadas y muy pocas, así que manteníamos contacto con Silvia. Nos fuimos a dar un paseo por el barrio por la mañana y seguía echando líquido amniótico. Tuvimos momentos muy graciosos manchando de líquido por el barrio y la gente preguntando si llamaba a la ambulancia, jejeje.

A la tarde noche, empezaron a ser más fuertecillas y un poco más seguidas, aunque se espaciaban de vez en cuando. Seguían sin ser regulares. Yo empecé a desesperarme ya que no avanzaba y me empezaba a cansar.

Sobre las 23 Silvia vino a vernos a ver cómo íbamos. La cosa se paraba, aunque si las notaba más fuertes, pero no seguían un ritmo. Así que después de estar charlando en el salón y ver que seguíamos ahí, sobre la 1 de la mañana decidimos que nos iríamos a dormir y a esperar. Silvia nos dijo que cualquier cosa le dijéramos. Empecé a hablar con una amiga y me dijo que si no aceptaba la situación ( yo seguía un poco en shock de lo pronto que venía) no avanzaría.. que me tenía que relajar y conectar con Oier para que fluyese todo. Pues a la 1:30 nos metimos en la cama y más relajada después de hablar con ella.

Descansamos bien hasta que a las 2:45 me dio una contracción bastante intensa. No me dio tiempo ni a apuntarla en el móvil. Me volví a dormir, pero acto seguido me dio otra contracción, y todo sin mirar la hora ni poderme mover de la cama de lo seguidas y fuertes que me daban.
Cuando le pregunté la hora a Jonathan y me dijo que eran las 2:55 y viendo que había tenido unas 4-5 contracciones y empecé a tener ganas de empujar le dije que llamase a Silvia, que esto estaba ya en marcha. Mi hija dormía con mi madre en la habitación de al lado. Ella ni se despertó pero mi madre se asomó a nuestra habitación y ahí estuvo acompañándonos en todo el parto y en todo lo que necesitábamos.

Al ver que no cesaban las contracciones pensé que Silvia no llegaría, pero en 10 minutos estaba aquí. Llego a las 3:10. Me ayudaron a bajarme de la cama. Me sugirió ponerme de rodillas en el suelo, y al estar más cómoda así me quedé. Yo no sabía ni como ponerme… En cuanto me puse de rodillas empezó a fluir por mi cuerpo algo que decía que ya estaba, que en nada lo tendría. Jonathan me apoyaba a mi lado abanicándome y tocándome, Silvia apoyándome desde atrás mío, y aunque no decía nada sentí su apoyo y su energía, y mi madre en la puerta de la habitación ayudando con toallas y cosas.

Sobre las 3:30 Oier asomó la cabeza, y a las 3:33 estaba entre nosotros. Era tan pequeñito… Menuda explosión de sentimientos y sensaciones… Fue increíble!!! Estábamos tan cómodos y seguros en casa… Nos sentíamos genial.
A mí me llamo la atención las contracciones que tuve para el alumbramiento media hora después. Con mi hija, nada más nacer me dijeron que empujase y tiraron de ella, por lo que no sabía cómo era.
Fue todo tan natural, con sus ritmos tranquilos, fue EXPECTACULAR!!!

Pensé que nunca sería capaz por mis miedos, pero esta experiencia me ha dado fuerza y me ha hecho que empiece a valorarme más. Creo que es mágico el ser capaz de conseguir algo que quieres pero lo ves tan lejos porque te ves incapaz, que desechas esa idea de tu cabeza. La verdad que Silvia nos apoyó mucho y nos dio muy buena sensación y sobretodo seguridad desde el principio… Creemos que es principal para escoger a una matrona que te acompañe.

Nunca olvidaremos la llegada al mundo de Oier, la forma tan natural y cómoda en la que llego. Con mi hija no hubo intervenciones, pero el calor del hogar es el punto que faltaba…

No nos arrepentimos de ninguno de los dos partos, pero si pudiéramos escoger para que los dos fueran igual, sin duda escogeríamos en casa. Y si tuviéramos un tercer hijo, lo tenemos claro. Sería en casa.

Gracias Silvia y Dani por vuestro apoyo y acompañamiento. Estamos muy felices y nunca os olvidaremos.”

Jonathan, Olaya, Oier y Naiara.

Muchas gracias a vosotros, fue uno de esos partos (como muchos otros) que echan por tierra los cánones establecidos del parto, que nos da fuerza para seguir confiando en las mujeres, confiando en que se puede parir tras 30 horas con dos contracciones por hora (con períodos de descanso), que es cuestión de tener confianza, de tener paciencia, de respetar los tiempos de cada mujer y de devolverles el protagonismo que les pertenece.
Silvia