Nacimiento de Nahia

A veces los grandes acontecimientos se hacen esperar. Andoni y Elena llevaban años esperando ser padres. Por fín llegó el embarazo y lo han vivido intensamente, han soñado con el nacimiento de su hija montones de veces, y cuando por fín llegó, Nahia les regalo un parto tranquilo, fluido, pero muy emocionante, una experiencia maravillosa que les quedará para siempre.

ANDONI

Son Varios los días que, de su importancia, se quedan grabados en tu mente y corazón para siempre, a veces buenos y a veces malos. Y en un intervalo de 9 meses, me han sucedido los más importantes.

El primero fue el día que mi mujer y yo supimos que estábamos embarazados.  Habían pasado algo más de 5 años desde que empezamos a intentarlo, y tras mucho luchar y seguir intentándolo, finalmente llego el momento. Fué un momento increíble, donde todo empezó; nuestro parto empezó aquel día, al menos para mí, mi mujer había empezado a prepararse mucho antes.

Como padre, empecé a interesarme mucho más sobre los partos, sus fases, los procesos, los procedimientos… mi mujer me ayudó mucho facilitándome información, ya que ella  mucha de esta ya la conocía.  También estuve atento a las historias de partos de diferentes amigos y conocidos, cada uno con una forma de pensar diferente. Fue en este momento cuando escuché sobre el parto en casa y empecé a interesarme sobre ello.

Pensé largo y tendido sobre el parto en casa, y cuanto más sabia, más ventajas le veía. Tanto para el proceso del parto, como para mi vivencia en él. Estaba seguro, que en un parto en casa, yo, un hombre, podría llegar a percibir y sentir lo que de verdad es un parto, algo que los hombres no podemos vivir en primera persona, y que en un hospital vemos prácticamente desde las gradas. En un parto en casa yo, el padre de nuestra futura pequeña, podía participar en el parto a un nivel, que sería imposible en un hospital.

Cuando Elena, mi mujer me sugirió reunirnos con una matrona para informarnos, yo fui a aquella reunión, con el deseo en parte egoísta de aceptar que el parto fuera en casa. Cuando mi mujer, aclaró sus dudas y se decidió por el parto en casa, en verdad me puse muy contento, pues pese a mis deseos, dado que ella era la que daría a luz, no quería presionarla, y quería que ella decidiera como quería que fuera, yo la apoyaría al 100%,

Los días iban pasando y el día del parto se acercaba, el embarazo iba bien, aclaramos las pequeñas dudas con nuestra matrona Silvia, que en todo momento estaba ahí para lo que quisiéramos. Elena, mi mujer se iba preparando con Olga en la Diafreo, tanto física como mentalmente para lidiar con los momentos y los dolores del parto, yo también fui a algunas clases, para aprender y comprender mejor de que trataba, y como podía ayudar a Elena.  En los últimos días, seguimos con preparativos, preparamos una caja con todo lo que hacía falta para el parto, siguiendo las indicaciones de la matrona, preparamos una piscina de partos, por si mi mujer quería dilatar o dar a luz allí, o simplemente relajarse, la matrona nos trajo una silla de partos, preparamos un cartel para pegar el día del parto en la puerta para informar a los vecinos. Estábamos listos.

Empezaba la semana 40, estaba todo preparado, pero Nahia, nuestra pequeña todavía no quería salir.  Tuvimos que esperar a que el parto se pusiera en marcha 2 días más, entre nervios y caminatas, hasta el día 30 a la noche.

Mi mujer empezó con alguna leve contracción antes de que fuéramos a comer a casa de su madre, todavía estábamos tranquilos, porque podían parar. Cenamos en familia y las contracciones seguían.  Elena se tumbo en el sofá, yo la acompañe y comprobé cada cuanto eran las contracciones, eran aproximadamente cada 7 min, pero ya llevábamos un par de horas, parecía que vislumbrábamos ya el parto.  Nos fuimos a casa y avisamos a la matrona. Nos informó que podía ser el preparto, que podía parar o convertirse en parto.

No sabíamos como de larga sería aquella noche, así que nos acostamos.  No podíamos dormir con los nervios y las ganas de que llegara el esperado parto, “este momento hay que mostrárselo a Nahia” pensé, cogí el móvil y comencé a grabar un video contándole a Nahia lo nerviosos que estábamos, y las ganas que teníamos de verle la carita.  Después de eso decidimos que lo mejor es que yo durmiera, y descansara para poder estar al pie del cañón en el momento del parto.  Elena trataría de descansar también lo que pudiera con las contracciones. Yo me quedé en la cama.  Elena comenzó a andar un rato por la casa, a sentarse en el sofá o tumbarse en él después, durmiendo a ratos. Yo me levantaba cada hora más o menos para ver qué tal estaba, ver si había cambios y controlar las contracciones. Nada, seguían cada 6 min. En todos los sitios te dicen que no hace falta que hagas nada hasta que empiecen a ser cada menos tiempo, 5 o 4 minutos, así que seguíamos esperando tranquilos.

Me desperté del último sueño que había echado,” ¿cuánto he dormido?” pensé, y miré la hora en mi móvil, eran las 7:30 de la mañana. Fuí a la sala para ver que tal estaba Elena, estaba medio dormida, me acerque, le pregunte que tal estaba, y me dijo que durmiendo entre contracciones, seguían cada 6 min.

– Trata de descansar otro poco, yo me voy a dormir otro ratito. Me pongo el despertador y si sigues igual, nos vamos a andar un rato.- le dije a mi mujer justo antes de darle un beso y volver a la cama. Apenas me había vuelto a tumbar, cuando escucho que Elena se queja más de lo normal.  Me levanto rápidamente y vuelvo a la sala. Ella se estaba poniendo de pie, me acerque, me rodeó con sus brazos y se quedo un par de segundos así relajándose. Puse el cronometro en marcha y fuimos al baño.  Igual que le había pasado en otras contracciones necesitaba ir al baño.  Se sentó y otra contracción. Miré el cronometro, poco mas de 2 min.

Abro el grifo de agua de la bañera y llamo a la matrona. Noto como me suben los calores – Estoy bien- le digo a Elena- pero por si acaso me siento para hablar con la matrona- añadí mientras me sentaba en el suelo. Luego me tumbé mientras hablaba con la matrona. -Algo ha cambiado, parece que las contracciones son más fuertes y cada menos tiempo, ven- dije con calma. Luego me puse de pie, otra contracción acompañado de un buen grito, “así como en Diafreo” pensaba yo.

-Trae la silla de partos- me dijo mi mujer. – ¿la silla de partos?- contesté yo como queriendo asegurar. -sí -contestó ella. Fui a buscar corriendo la silla de partos y la deje en el baño, entonces me acorde del cartel que teníamos preparado, y lo peque en la puerta, luego llego al baño y otra contracción. –creo que he roto aguas- dice Elena – no espera, es muy poco, pero noto algo.- añade.  – miro yo con el móvil no te muevas- dije mientras ponía la linterna del móvil.

Mire debajo del baño, -¿ves algo?- preguntó mi mujer. –le veo los pelitos de la cabeza- contesté entre nervioso y deseoso de que el parto sucediera. Mi mujer se tocó con la mano, -¡ahí Ama! Tengo que salir de aquí.- dijo mientras se levantaba, le acerqué la silla de partos, se empezó a sentar, y otra contracción, en esta el grito era más fuerte, de pronto veo que sale disparada la cabeza de Nahia a la vez que todo se encharca. – ¡Ostia que sale!- dije mientras ponía las manos a la velocidad del rayo. Sujeté la cabeza, y de pronto en unos segundos, salió el resto del cuerpo. Lo agarré como pude. Estaba resbaladizo, -Cuidado con el cuello- pensé en voz alta, maniobre para pasarle la pequeña a mi mujer, recuerdo que no lloré, no me dio tiempo, pero sí que me reí, era tanta la alegría.

-una toalla para el frio – dijimos los dos casi a la vez,  fui corriendo, cogí una de las que teníamos preparadas y se la puse por encima, luego volví, cogí otras dos y las puse en el suelo del baño, pues estaba encharcado. Al poco llamé a la matrona, y le dije que Nahia ya había nacido, ella dijo que llegaba en unos minutos. Luego quite el cartel, que habíamos puesto para los vecinos. Poco después un fugaz pensamiento pasó por mi cabeza, “saca una foto”. Cogí mi móvil y saque una foto, o eso creía , del acelerón que tenia encima no me había dado cuenta de que estaba en modo video, grabando 4 segundos preciosos de aquel parto.

Cerré el grifo de la piscina de partos, apenas se había llenado unos cuantos centímetros, ya no hacía falta para nada, y mientras estaba de lado a lado, Elena me llamo y me pidió que mirara a ver si la placenta había salido, que le parecía que sí. Efectivamente lo había hecho, la puse bien en el balde que teníamos preparado para ella, tenía la mano con sangre de agarrarla, me la lavé en la cocina, y al poco comencé a sentir como los calores me subían. – estoy bien – le dije a Elena,- pero me voy a sentar un rato- y en el suelo sentado espere a que llegase la matrona, le abrí la puerta, todavía notaba los calores pero estaba mejor, luego me dijo que estaba bastante pálido cuando le abrí la puerta. Sin embargo, allí estábamos todos bien, y yo había ayudado a traer a mi hija al mundo, de una forma en la que no hubiera imaginado nunca.

Aunque estuve hiperactivo todo el parto, lo viví todo con confianza, gracias a como nos habíamos preparado. Pero sobre todo porque que sabía que detrás de mí, respaldándome, había 2 profesionales. Que no llegaran al parto, no significaba que no sintiera su apoyo.  Y cuando llegaron, se ocuparon y preocuparon de nosotros un montón, quedándose horas para asegurarse de que todo estaba bien.  Además durante los primeros días nos han ayudado con dudas, y problemillas en la lactancia, y nos han hecho sentir que podíamos contar con ellas para cualquier cosa, hasta nos sacaron unas cuantas fotos cuando estuvieron con nosotros. Muchas gracias a nuestras matronas Silvia, e Irati.

ELENA

Todavía estoy sorprendida por como ha sido el parto de nuestra pequeña.  Teníamos todo preparado, habíamos contemplado muchas opciones… ¡Menos esta!!

No ha sido un parto rápido, ni fácil, ni tenía prisa, ni es que hayamos tenido suerte o que seamos unos valientes. Han sido muchos años de trabajo personal y preparación, que nos han llevado a vivir este momento.  Ha sido exactamente como tenía que ser.  Increíble.

Habíamos decidido que era lo que realmente queríamos: dar la bienvenida al mundo a nuestra peque de la manera más amorosa posible. Respetando nuestros tiempos, el mío y el suyo, para que llegara al mundo cuándo y cómo ella decidiera hacerlo.  No queríamos prisas, ni tiempos, ni números, ni datos, ni luces, ni gente, ni máquinas, ni aparatos, etc. Qué sustituyen a la sabiduría del cuerpo.  Sólo paz, amor, tranquilidad, confianza.  Y lo más importante para un nacimiento: intimidad.

Por eso decidimos que naciera en casa.  Teníamos todo listo para el parto en casa.  Lo habíamos preparado a conciencia.  Había leído mucho, me había informado mucho y había trabajado con mi cuerpo.

Elegimos a la matrona que nos iba a asistir.  Silvia.  Hablamos con ella de nuestros miedos y dudas.  Fue capaz de transmitirnos la confianza que nos faltaba para decidirnos definitivamente.  Nos ayudó a preparar todo lo que nos iba a hacer falta en casa.

Iba a ser un proceso largo e intenso, sobre todo intenso; así que preparamos todo lo posible para hacerlo más llevadero.  Cosas para beber y comer, infusiones, fruta, frutos secos… la piscina de partos, la pelota de pilates, luces tenues por toda la casa, música.  Infusión de frambueso para relajar el útero, aceites esenciales…. Un poco de todo para hacer más llevaderas la dilatación y facilitar el proceso. Incluso un cartel en la puerta para avisar a los vecinos por si oían ruidos raros.

Además, sabíamos que podían aparecer todo tipo de emociones, miedos, de dudas, momentos de no poder más.   Estábamos preparados para todo eso también.  El apoyo de Andoni y de la matrona era esencial.   Pero además, yo me había estado preparando durante todo el embarazo para ello.  Había trabajado cuerpo-mente-emociones. Con la Diafreo he aprendido a soltar el dolor, a soltar las emociones ocultas tras ese dolor, a visualizar, a concentrarme, a no tensar el cuerpo, a relajarme. .  He reordenado y alineado mi cuerpo.  Cuanto más alineada esté mi columna y mi pelvis mejor para que mi bebé descienda con menos esfuerzo, menos dolor y menos consecuencias.  He conocido mi cuerpo a niveles insospechados, mis emociones y mis miedos más ocultos y los he dejado salir antes para que molesten lo menos posible durante el parto.  Con la Diafreo he aprendido todo esto y mucho más.

Todo este trabajo para un solo día, para un momento tan corto en todos los años de vida de una persona.  Pero qué momento!! El momento más importante de la persona que nace y un momento que transforma para siempre la vida de la persona que le deja nacer a través de su cuerpo.  No quería vivirlo anestesiada. No quería querer olvidarlo.  Había decidido vivirlo conscientemente, en toda su intensidad.  Y así ha sido.

Parecía que había llegado el gran día… Por fin mi pequeña se animaba a nacer.  30 de agosto, por la tarde… No pintaba mal.  Empecé a última hora con contracciones bastante seguidas… Fuimos a cenar a casa de mi madre, no me apetecía comer mucho… llevaba tiempo con contracciones… Así que me tumbé de lado en el sofá, a ver si  y se pasaban.  Andoni conmigo.  Contracciones cada 6/7 minutos, algunas más intensas, otras más suaves… pero no se pasaban, así que nos fuimos prontito  y a casa.  Hablamos con la matrona… podía ser el preparto, se podía pasar o convertirse en parto… Íbamos viendo.  En casa, las contrataciones seguían cada 6/7 minutos.  Yo estaba bien y era tarde, así que, nos fuimos a la cama a descansar un rato.  Boca arriba me molestaban un poco, pero de lado, no podía estar.  Todo seguía igual.  La noche pintaba larga, así que, como yo estaba bien Andoni se quedó en la cama descansando y si yo necesitaba algo, le llamaba.  Yo estaba bien, de pies las contrataciones no me dolían así que, me dí unos cuantos paseos por casa.  Yo sola, en silencio, con una pequeña luz en el salón.  Un poco de música relajante.  Beber un poco.  Tumbarme en el sofá… No estaba muy a gusto tumbada, pero tenía mucho sueño.   Necesitaba dormir. Todo pintaba que el día siguiente iba a ser largo, así que, decidí tumbarme a dormir.  Encontré una postura más o menos cómoda, con las piernas bastante dobladas.  Y me quedé frita.  Sólo me despertaban las contrataciones, que en esa postura me molestaban, pero eran bastante llevaderas.   Cada cierto tiempo me levantaba al baño, con las contrataciones se me estaba moviendo todo y me pedía sacar lo que no era necesario.  Me daba algún otro paseíto para notar cómo eran mis contracciones, se estaba mucho mejor, pero necesitaba  dormir.  Me volvía al sofá.  Dormir y con las contrataciones  puse todo lo aprendido, relajar el cuerpo, soltar el dolor… Bastante bien.  Seguí esperando a que las contrataciones fuesen más seguidas, cada menos tiempo, 5 minutos, 3 minutos… Algo menos.  Pero no, así siguieron toda la noche.   Sobre las 7.45 se levantó Andoni y pensamos en contarle a la matrona como habíamos pasado la noche, pero como las contrataciones seguían igual, de momento íbamos a desayunar algo y a lo mejor salíamos a dar un paseo a ver si la cosa avanzaba un poco más con el movimiento.

Pero, de repente… Una contracción mucho más intensa… Al baño otra vez.  Y de repente, una más seguida, mucho más intensa.  Contracciones cada 2 minutos, que hacían temblar todo mi cuerpo.  Un grito, que me sale no sé de dónde.  “Andoni llama a la matrona”  “Silvia, parece que algo ha cambiado, mejor que vayas viniendo”.  Y yo pensé: “a ver, ahora sí!! Hay que dar el callo.  Es el momento de poner en práctica todo lo aprendido.  Relajar, soltar, abrirte al dolor y no tensar el cuerpo.” Entre contracción y contracción Andoni me iba preguntando cosas, pero yo tengo los tiempos un poco difusos. “¿Voy llenando la piscina?”  “Pues no sé, si, a ver si me calma, porque esto es un poco heavy.  Pon el cartel en la puerta”. ¿Qué me pasa?  Algo presiona por abajo, y yo en la taza del baño…  Soltar…  “Andoni, no te asustes, yo suelto”  “bien, perfecto! Suelta! Vas muy bien”  De repente otro grito, que me sale de las entrañas… No sé muy bien de dónde!! Algo no me estaba dejando soltar, no podía abrirme, a ver la siguiente.  Calores, sudores. “Estoy bien pero tengo que sentarme en otro lado, no puedo estar aquí” “si ahí estás bien, quédate” “no, trae la silla de partos”  “la silla?? Seguro?” “Si”.  De repente otro grito, empiezo a soltar. Me abro en canal. “Está la cabeza?? Me tengo que quitar de aquí” “no te muevas, tranquila, que miro.  Sí, se le ve un poco el pelito” ” en serio??” Lo toco, me asusto.  “No estoy bien aquí, ayúdame a ir a la silla.”  Medio paso, al lado de la taza del baño.  Me siento en la silla. “Va otra” Otro grito, ahora sí, ahora si suelto.  “Hostia! Qué sale!!” “Pues cógela”. Andoni ya había puesto las manos, salió la cabecita y al segundo el resto del cuerpo.  Resbaladizo.  Andoni lo cogió con dificultad pero muy hábilmente.  La giró y me la pasó a los brazos.  “Ya está aquí! Mi pequeña!!” Se mueve, se retuerce, lloriquea… Se para.. abre los ojos, los cierra, se mueve y llora. Llora con unos pulmones bien grandes.  Todo está bien, está perfecta.  Es perfecta y está aquí, en mis brazos.  “¿Qué ha pasado? Qué ha nacido.  Ya está aquí. Qué hacemos?” “Trae toallas”  para el suelo y para ella. No tenemos palabras, solo emoción. Increíble, increíble. Qué ha pasado?? Mírala, es perfecta.  Está todo cubierto de líquido amniótico y un poco de sangre.  Ponemos toallas por todo el baño y tapamos a nuestra pequeña para que no coja frío. “Llama a Silvia” “vale, estoy bien, pero me voy a tumbar en el suelo”. Andoni se marea con facilidad al ver sangre.  Así que, tumbado en el suelo llama a la matrona y le dice lo que ha pasado.  Está saliendo de casa, tarda 6 minutos en llegar. Pero… No le habíamos avisado antes porque no éramos conscientes de lo que estaba pasando.  Ahora sí. “Y ahora, qué hacemos??”  Tranquilidad.  “Saca una foto” Silvia está en camino ella nos lo dirá.   De momento pon un balde debajo, quita el cartel (ya… Para qué?). Cierra la piscina (ya, para qué?). Vale.  Tranquilidad.  La pequeña está bien, todo lo demás es secundario.  Me quiero poner en otro sitio, porque se me duerme la pierna.  Pero sangro algo y todavía la placenta no ha salido… Uy!! “Creo que ha salido la placenta, mira a ver”. “si! Ahí está” en el balde, perfecto.   Andoni tumbado en el suelo y Silvia llama al timbre, sale como una bala.  Ya está aquí, mucho mejor. Todos tranquilos.

Pues ya está, no ha sido para tanto.  ¿Qué ha pasado? Ha sido perfecto.  Ha sido lo mejor que he hecho en la vida.  Pero para nada ha sido como me lo había imaginado.  Habíamos barajado todas las opciones… Menos esta.  Ni se me había pasado por la cabeza que la matrona no estuviese.  Lo hemos hecho los 3 solos.  Nahia, Andoni y yo.  Como un equipo, perfectamente coordinado.  Respondiendo en todo momento.  Si hemos hecho esto ¿Que no seremos capaces de hacer los 3 juntos?? Nadie nos puede parar.  Sabemos perfectamente lo que tenemos que hacer.  Nunca me había sentido tan segura de lo que estaba haciendo.  Mi cabeza no sabía lo que estaba pasando, por eso no llamamos a Silvia.  Pero mi cuerpo lo sabía perfectamente.  Hemos hecho exactamente lo que teníamos que hacer. La expresión “escucha a tu cuerpo, es sabio” ha sido la guía en todo mi proceso, pero después de esto, esa frase ha cobrado una nueva dimensión, ya no hay ninguna duda.  Es sabio, somos puro instinto, somos mamíferos.  Y lo único que tenemos que hacer es alinear nuestra parte racional con lo que nuestro cuerpo nos está diciendo.  Entender los mensajes del cuerpo, su lenguaje.  Y entonces, todo fluye.  Ya no hay duda.

Sólo puedo dar gracias a la vida. Gracias a todo lo que he vivido.  Porque ha sido increíble y esto marca un antes y un después en mi vida.

Gracias a Silvia y a Irati.  Porque su trabajo hace que las personas podamos elegir en libertad. Porque nos han dado el pequeño empujón que nos faltaba para confiar.  Tenéis un trabajo muy importante, no dejéis que nadie os diga lo contrario.

Gracias a toda la red intangible de personas que están cambiando la forma de ver el mundo.  Y todo empieza por un nacimiento lleno de amor y respeto.  Gracias por abrirme los ojos.  Hay otra forma de vivir, solo hay que querer.

Gracias a Olga y la Diafreo por enseñarme tanto sobre mi cuerpo. Por enseñarme a conocer cada uno de mis músculos y lo que ellos guardan. Por enseñarme a soltar y descubrir. Por recolocarme en muchos sentidos.

Gracias a todo lo que hemos preparado y que parece que no hemos usado.  Piscina, ambiente, preparación física y mental…  Pero sí ha servido para mucho. Para confiar en que todo iba a salir bien, para confiar en nosotros… y no en otros.

Gracias a la vida, que nos enseña cada día que se puede disfrutar al máximo, incluso de lo que dicen que es tan duro y tan doloroso. Un parto no debería ser un trámite que hay que pasar, a pesar del sufrimiento, para tener a tu hijo en brazos.  Si es así… Algo te está diciendo la vida.  Un parto se puede y se debería disfrutar.  Y me consta, que todavía se puede disfrutar un poco más.

Gracias a Andoni.  Por estar a mi lado, por acompañarme en todo mi proceso.  Por ayudarme a cuestionarme las cosas, por sostenerme, por la paciencia y la comprensión, por la tranquilidad con la que vive todo; incluso este parto tan intenso.  Porque después de 16 años juntos, todavía tenemos muchas cosas que aprender.  Y sobre todo, porque juntos hacemos que las cosas sean más divertidas.  Ahora somos un equipo de tres.

Y sobre todo, gracias a Nahia, por tardar 6 años en llegar.  Ella me ha enseñado tantas cosas en sólo 4 días en este mundo.  Si hubiera llegado antes… Nada habría sido igual.  Gracias por enseñarme a confiar en mí, en mi cuerpo, en la vida.  Y a confiar en ti, en que sabes perfectamente lo que tienes que hacer. Ya no me queda duda. Ahora estoy dispuesta a seguir aprendiendo contigo a lo largo del camino.  Gracias por elegirnos como padres.  Lo haremos lo mejor que podamos.

Yo intentaré transmitirte lo más valioso que he aprendido en este día: Prepárate a conciencia y deja que la vida te sorprenda.